No soy de hacer amigos con facilidad. No sé por qué pero sí sé que eso de niño me afectaba. Con los años uno va entendiendo que simplemente tiene otro tipo de personalidad y punto. No es la gran cosa. En algún momento entendí que soy de esos pocos que la mayoría piensa que es serio o creído por mi rostro poco expresivo (alguna vez me lo han dicho). Muchas veces para empezar una conversación con alguien necesitaba sentirme seguro de no ser rechazado. Sin embargo soy consciente de que todo esto ha cambiado en los últimos tiempos y por eso quiero recordar a todos los buenos amigos que me acompañaron desde la primaria hasta la actualidad. Algunos siguen y otros no:
En toda la primaria solo tuve un amigo: Cesar Soto. Un gran amigo con el que en los recreos compartíamos las loncheras o jugábamos con otros niños (esto gracias a él que tenía más amigos que yo). Él como buen amigo me hacía conocer a otros niños y niñas; y siempre juntos me daba la confianza para jugar al fútbol u otros juegos que ya no recuerdo. Así conocí a muchos compañeros del salón y pude adaptarme. Cuando algún "grandulón" nos quería pegar, nos defendíamos y la librábamos fácil. Cursamos toda la primaria y parte de la secundaria juntos. Él lamentablemente repitió el segundo años de media y en el tercer año nos veíamos muy poco; y empezamos -como es lógico- a hacer nuevos amigos (él más que yo por supuesto). Así nos alejamos toda la secundaria. En la actualidad al cruzarnos nos saludamos con una levantada de ceja o un "¡habla!" y seguimos de largo. Cosas de la vida.
Vuelvo a la secundaria. Tercer año de media. Me sentaba atrás como para evitar contacto con los profesores. No recuerdo con quién (las carpetas seguían siendo para dos). Lo que sí recuerdo es que llegó nuestro tutor y nos dijo que habría un nuevo orden de compañeros de carpeta y de lugares. Todos nos asombramos. La mayoría se sentaba junto a su brother desde primero de secundaria. Uno a uno nos fue llamando con lista en mano y ubicándonos en lo que sería nuestro lugar en todo el año. Cuando me llamaron y me ubicaron en las carpetas del medio, aún no había nadie y debía esperar a quien sería mi compañero; no solo de ese año, sino hasta quinto de media: Mi buen amigo Armando Berrocal. Un tipo tranquilo y aplicado que parecía alérgico a todo. Compartimos nuestros saberes y nos volvimos grandes amigos. Actualmente estamos en la misma universidad aunque en distintas carreras. Seguimos siendo muy buenos amigos y nos frecuentamos de vez en cuando.
Al terminar el colegio trabajé y paralelamente tomé algunos cursos como computación y clases de manejo. Fue en los cursos de computación que conocí a mi gran amigo Israel. A primera vista parecía emo. Siempre con un polo negro con mangas largas a lo freddy krueger. Un tipo encarador y con poca vergüenza. Gusta de la literatura como yo, tal vez por eso nos fue fácil entablar amistad. Bukowski, Rimbaud, Pizarnik y todos los malditos de la literatura estaban entre nuestras conversaciones. Seguimos siendo grandes amigos.
Al ingresar a la academia para mi preparación a la universidad, conocí a la que sería mi única amiga en todo el ciclo anual: Sara Castillo. Ella es una chica sencilla con una forma de escribir extraña. Rompe con las reglas de los signos de puntuación a propósito colocándole un punto a cada palabra (entendí que era una costumbre caprichosa, pues una vez le pregunté el porqué de esa manía). Además, siempre empezaba por el final del cuaderno (llena la página y vuelve a la hoja anterior). Esto último me permitía copiarme de sus apuntes; pues mi astigmatismo por esos días empeoraba. Hoy en día aunque no nos vemos mantenemos comunicación vía redes sociales.
Mi primer día en la universidad no fue la primera semana de inicio de clases. Fue la segunda. Sí fui pero no entré (algún día contaré eso). Yo no tuve las palabras de bienvenida de los profesores. Para variar cuando fui ya todos se conocían; o al menos noté que ya todos tenían sus respectivos grupitos. Esa semana me la pasé mendigando información de salones, profesores y delegados. ¡Increíble!, parecía que hubiera faltado un mes (ya habían tareas y grupos para trabajos de exposición). Solo quedó acoplarme a los grupos ya formados. Fue en la clase de "Estudio y apreciación del arte" que conocí a mi buen amigo Willy Trujillo un brother de aquellos. Leal cual sancho, siempre en la buenas y las malas o "pa´las que sea" como suele decir. Teórico como él no hay. Siempre necesita sentirse seguro para dar un paso. Mi buen amigo y yo aún seguimos en este camino donde los sueños se hacen a mano y sin permiso.
Jhonnatan Manuel
Al ingresar a la academia para mi preparación a la universidad, conocí a la que sería mi única amiga en todo el ciclo anual: Sara Castillo. Ella es una chica sencilla con una forma de escribir extraña. Rompe con las reglas de los signos de puntuación a propósito colocándole un punto a cada palabra (entendí que era una costumbre caprichosa, pues una vez le pregunté el porqué de esa manía). Además, siempre empezaba por el final del cuaderno (llena la página y vuelve a la hoja anterior). Esto último me permitía copiarme de sus apuntes; pues mi astigmatismo por esos días empeoraba. Hoy en día aunque no nos vemos mantenemos comunicación vía redes sociales.
Mi primer día en la universidad no fue la primera semana de inicio de clases. Fue la segunda. Sí fui pero no entré (algún día contaré eso). Yo no tuve las palabras de bienvenida de los profesores. Para variar cuando fui ya todos se conocían; o al menos noté que ya todos tenían sus respectivos grupitos. Esa semana me la pasé mendigando información de salones, profesores y delegados. ¡Increíble!, parecía que hubiera faltado un mes (ya habían tareas y grupos para trabajos de exposición). Solo quedó acoplarme a los grupos ya formados. Fue en la clase de "Estudio y apreciación del arte" que conocí a mi buen amigo Willy Trujillo un brother de aquellos. Leal cual sancho, siempre en la buenas y las malas o "pa´las que sea" como suele decir. Teórico como él no hay. Siempre necesita sentirse seguro para dar un paso. Mi buen amigo y yo aún seguimos en este camino donde los sueños se hacen a mano y sin permiso.
Jhonnatan Manuel